Sobre los Fenómenos del Mercado

Las transiciones sociales están fundamentalmente integradas en sistemas de mercado específicos, que manifiestan múltiples dimensiones de estos cambios en las formas y lógicas económicas. En este sentido, los fenómenos del mercado expresan y a la vez remodelan activamente los valores, creencias y marcos éticos subyacentes durante los momentos de transición. Las formas en que los mercados configuran el intercambio, el riesgo y el valor repercuten en concepciones más amplias del progreso, el bienestar y las nociones de la buena vida.

Existe una distinción fundamental entre el estudio de los mercados como entidades abstractas y estructurales -marcos fijos o deterministas- y el examen de los fenómenos de mercado como agentes activos y contingentes integrados en prácticas humanas. Esto último implica prestar atención a los comportamientos, los significados culturales y los marcos interpretativos que surgen a través de la actividad económica. Esta orientación coincide con las ideas de estudiosos como Callon (1998) y MacKenzie (2006), que demuestran cómo los mercados se realizan a través de acuerdos sociotécnicos en lugar de existir como estructuras preestablecidas. Los mercados se promulgan continuamente a través de prácticas de cálculo, narrativas y convenciones institucionales, que dan forma a lo que se percibe como valioso, posible o legítimo.

Esta forma de abordar los fenómenos del mercado revela su papel no solo como escenarios de intercambio económico, sino también como lugares en los que se cuestionan y reconfiguran los imaginarios sociales y los compromisos éticos. Por ejemplo, el auge de las inversiones de impacto y las finanzas sostenibles ilustra cómo las prácticas de mercado emergentes están reconfigurando los valores en torno a la responsabilidad medioambiental y la justicia social, aunque de forma desigual y controvertida (Sullivan y Mackenzie, 2017). Estas prácticas no siguen simplemente una lógica preexistente de racionalidad de mercado "verde", sino que participan en la producción de nuevos significados y expectativas sobre el valor económico y la responsabilidad social.

Este enfoque también revela cómo los mercados median en las tensiones entre innovación y regulación, riesgo y seguridad, inclusión y exclusión. Por ejemplo, la economía colaborativa altera las relaciones laborales y los sistemas de bienestar tradicionales, poniendo de relieve nuevas formas de precariedad al tiempo que promete flexibilidad y capacidad empresarial (Srnicek, 2017). En este caso, el mercado no es un mecanismo neutral, sino un escenario en el que las luchas políticas y éticas en torno a los derechos laborales y la protección social se desarrollan material y discursivamente.

Por consiguiente, los mercados deben entenderse como fenómenos socioeconómicos complejos que no pueden captarse plenamente sólo mediante modelos económicos. Sus significados y efectos dependen de narrativas culturales, marcos institucionales y relaciones de poder que, a su vez, son controvertidos y contingentes. Como sostienen Boltanski y Thévenot (2006), la acción económica se inscribe en múltiples "órdenes de valor" que articulan diferentes concepciones del valor, la legitimidad y la justicia.

Apreciar los fenómenos del mercado como agentes activos del cambio social tiene una importancia práctica y teórica. Desafía los planteamientos tecnocráticos o deterministas que tratan los mercados como herramientas neutrales y, en su lugar, abre posibilidades para una gobernanza más reflexiva que reconozca los mercados como lugares de negociación y contestación continuas. Esta perspectiva es crucial para anticipar tendencias emergentes, identificar riesgos sistémicos y diseñar instituciones de mercado en sintonía con la sostenibilidad ecológica y social.

Los mercados no se limitan a responder a los valores sociales, sino que contribuyen a producirlos y transformarlos. El funcionamiento de los mercados mantiene una frágil coherencia en medio de contradicciones persistentes: entre crecimiento y sostenibilidad, inclusión y exclusión, innovación y regulación. Lejos de ser pasivos o neutrales, los mercados son terrenos en disputa donde la autoridad y la legitimidad se negocian continuamente mediante prácticas que ocultan y revelan conflictos subyacentes.

Reconocer los mercados como fenómenos dinámicos altera la sabiduría convencional que los considera fuerzas estables o naturalizadas. En su lugar, invita a reconsiderar los sistemas económicos como proyectos políticos y éticos: inestables, contradictorios y profundamente consecuentes. Este replanteamiento exige prestar una atención crítica a la forma en que se promulgan los mercados, a los intereses de quién sirven y a la forma en que podrían reimaginarse para abordar los profundos retos de nuestro tiempo.

Referencias

Boltanski, L., & Thévenot, L. (2006). Sobre la justificación: Economies of Worth. Princeton University Press.

Callon, M. (1998). Las leyes de los mercados. Blackwell.

Harcourt, W. (2013). La globalización de la responsabilidad: El movimiento del consumo ético. Polity.

Jasanoff, S. (2016). La ética de la invención: La tecnología y el futuro humano. W.W. Norton.

Jessop, B. (2015). The State: Pasado, Presente, Futuro. Polity.

Langley, P. (2014). Liquidity Lost: La gobernanza de la crisis financiera mundial. Oxford University Press.

MacKenzie, D. (2006). An Engine, Not a Camera: How Financial Models Shape Markets. MIT Press.

Polanyi, K. (1944). La Gran Transformación: The Political and Economic Origins of Our Time. Beacon Press.

Zelizer, V. (2010). Vidas económicas: How Culture Shapes the Economy. Princeton University Press.

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